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Museum visit for minors a unique excursion
Story and photos by Natasha Soto

The many hands grasping at the large bronze globe at the Hall of Planet Earth knew just where to land.
“Honduras; aquí está Guatemala; por acá está Nicaragua… [Honduras; here is Guatemala; there is Nicaragua],” called out the excited voices of those who had gathered at the American Museum of National History (AMNH) this past Sat., Mar. 12th.
The ridges in the southern hemisphere were a natural touchstone for the visitors; the various countries were ones they had only recently called home.
A group outing to a city museum is most often a prosaic experience, one in which young students are typically shepherded about by an instructor or guide who highlights the unique features of a given exhibit. The visits are heralded by bright yellow buses that have traveled from all corners of the five boroughs.
But Saturday’s group at Central Park West had traversed far more ground than a jaunt from the outer boroughs.
These teenagers, aged 13-18, had made arduous journeys from Central and South America to New York City by themselves, as undocumented and unaccompanied minors. Many escaped violence and war, and traveled without their parents or guardians, in the hopes of connecting with relatives or family friends residing in the United States. Currently, they are living throughout New York. Some have found a home with family members; others are in shelters.
Through a Hispanic Federation initiative entitled Friends of Immigrant Refugee Minors (FIRM), in collaboration with AMNH, over 150 minors were provided with the opportunity to enjoy a classic New York experience: a weekend afternoon prowling around one of the city’s cultural spaces.
“This program is really the first of its kind,” explained Ruth Cohen, AMNH’s Senior Director of Education. “When I was approached about hosting unaccompanied migrants, I said ‘Absolutely, that makes so much sense’.”

Cohen said it was important that the youths come to feel that the city’s museums were welcoming and inspiring spaces, and that they could offer a respite from turmoil and strain.
“This museum represents the universal,” she observed. “I want the children to understand how museums host the world’s resources, their resources. [We also want] to inspire them and create a bridge to their future.”
José Calderón, President of the Hispanic Federation, echoed Cohen’s thoughts.
“I want these kids to enjoy what this world-class city has to offer, as well as to feel the joy and wonder of being a child,” he noted.
Beyond the exhibits, the youths were also introduced to Latin American scientists who work with AMNH.
“Today, we get to relax and focus on life’s joys, instead of just the sadness,” said HF volunteer Lucia.
Kevin, a 17-year-old from Guatemala, was one of the youths who wandered through the exhibits with a wide smile.
He currently lives in the Bronx with his uncle, after a grueling journey across the border to escape the daily violence he’d endured at school.
In desperation, he and his family approached a coyote about covert passage to the United States about two years ago. Immigrating to the United States seemed like his only option for a better future.

After crossing the Río Bravo, young Kevin was arrested for five days, and then sent to Florida, before finally being united with his uncle.
But his suffering was not over.
“When I finally made it to New York and connected with my uncle, that’s actually when the stress intensified,” admitted Kevin. “I got these horrible headaches all of the time, because I knew that I could be deported at any moment.”
He and his uncle approached many lawyers for assistance, but found no one willing to take on his case. He said they all told him that there was nothing they could do.
But they eventually came across the non-profit organization La Puerta Abierta/The Open Door, which works to provide resources and community-based programs to families living in disadvantaged and circumstances.
“[They have] helped me with my case,” beamed Kevin.
Attorney Allison Wilkinson, who has worked with many of the minors and their families at La Puerta Abierta/The Open Door, walked through the halls with her charges. She observed as they laughed and spoke animatedly, their voices echoing in the cavernous hall.
She said she enjoyed seeing them focus on ideas not directly related to their cases for a little while – though she admitted it was never far from her own thoughts.
She shared that two of her two youth clients had just received good news.
“We are very excited; [their] green cards have been approved,” she smiled. “[They will receive] it from my office on Monday.”

As the youths gaped at the life-sized 94-foot-long, 21,000-pound fiberglass model of a female blue whale in the Hall of Ocean Life, Calderón said the city’s wonders were reason for celebration – for all.
“[This museum] still wows me, even as an adult,” he observed. “We have to share our American institutions. We have to do better. We can’t just turn our backs on these children, who are actually refugees fleeing despair, violence, and poverty. It is a moral obligation to do something. We simply do not have the luxury of walking away.”
For more information on Hispanic Federation programs such as FIRM, please visit www.hispanicfederation.org or call (866) HF-AYUDA (866.432.9832).
Manteniéndose FIRMes
Visita al museo para menores, una excursión única
Historia y fotos por Natasha Soto

Las muchas manos agarrando el gran globo de bronce en la Sala del Planeta Tierra sabían dónde aterrizar.
“Honduras; aquí está Guatemala; por acá está Nicaragua…”, exclamaban las agitadas voces de quienes estaban reunidos en el Museo Americano de Historia Natural (AMNH por sus siglas en inglés) el pasado sábado 12 de marzo.
Las crestas de las montañas en el hemisferio sur eran un referente natural para los visitantes; los distintos países eran aquellos a los que apenas recientemente llamaban hogar.
Una salida en grupo a un museo de la ciudad es casi siempre una experiencia prosaica, una en la que los jóvenes estudiantes son típicamente guiados por un instructor que destaca las características únicas de una exposición determinada. Las visitas son anunciadas por los autobuses de color amarillo brillante que viajan desde todos los rincones de los cinco condados.
Pero el grupo del sábado en Central Park West atravesó mucho más terreno que en un paseo desde los barrios vecinos.
Estos adolescentes, de entre 13 y 18 años de edad, hicieron arduos viajes desde América Central y del Sur hasta la ciudad de Nueva York solos, como menores indocumentados y no acompañados. Muchos escaparon de la violencia y la guerra, y viajaron sin sus padres o tutores con la esperanza de conectarse con familiares o amigos de la familia residiendo en los Estados Unidos. Actualmente están viviendo en todo Nueva York. Algunos han encontrado un hogar con miembros de la familia; otros están en albergues.
A través de una iniciativa de la Federación Hispana llamada Amigos de Menores Inmigrantes Refugiados (FIRM por sus siglas en inglés), en colaboración con AMNH, más de 150 menores de edad recibieron la oportunidad de disfrutar de una experiencia clásica de Nueva York: una tarde de fin de semana merodeando por uno de los espacios culturales de la ciudad.
“Este programa es realmente el primero de este tipo”, explicó Ruth Cohen, directora senior de Educación de AMNH. “Cuando se me acercaron para recibir a los migrantes no acompañados, dije: absolutamente, eso tiene mucho sentido”.

Cohen dijo que es importante que los jóvenes sientan que los museos de la ciudad son espacios atractivos y estimulantes, y que pueden ofrecerles un respiro de la agitación y la tensión.
“Este museo representa lo universal”, observó. “Quiero que los niños entiendan cómo los museos albergan los recursos del mundo, sus recursos. [También queremos] inspirarlos y crear un puente hacia su futuro”.
José Calderón, presidente de la Federación Hispana, repitió los pensamientos de Cohen.
“Quiero que estos niños disfruten de lo que esta ciudad de clase mundial tiene para ofrecer, así como que sientan la alegría y la maravilla de ser un niño”, destacó.
Más allá de las exposiciones, los jóvenes conocieron a los científicos latinoamericanos que trabajan con AMNH.
“Actualmente podemos relajarnos y concentrarnos en las alegrías de la vida, en vez de la tristeza”, dijo Lucia, voluntaria de la HF.
Kevin, un chico de 17 años de edad de Guatemala, fue uno de los jóvenes que vagaban a través de las exposiciones con una amplia sonrisa.
Actualmente vive en el Bronx con su tío, después de un agotador viaje a través de la frontera para escapar de la violencia diaria que soportaba en la escuela.

En su desesperación, él y su familia contactaron a un coyote para pasar encubiertos a los Estados Unidos hace unos dos años. Emigrar a los Estados Unidos parecía su única opción para un futuro mejor.
Después de cruzar el río Bravo, el joven Kevin fue detenido durante cinco días y luego enviado a Florida, antes de reunirse finalmente con su tío.
Pero su sufrimiento no había terminado.
“Cuando finalmente llegué a Nueva York y encontré a mi tío, fue cuando el estrés se intensificó”, admitió Kevin. “Tenía estos horribles dolores de cabeza todo el tiempo porque sabía que podría ser deportado en cualquier momento”.
Él y su tío contactaron a muchos abogados para que les ayudaran, pero no encontraron a nadie dispuesto a tomar en su caso. Todos le dijeron que no había nada que pudieran hacer.
Pero con el tiempo se toparon con la organización sin ánimo de lucro La Puerta Abierta/The Open Door, que trabaja para proporcionar recursos y programas comunitarios a las familias que viven en desventaja y circunstancias.
“Ellos me ayudaron con mi caso”, sonrió Kevin.

La abogada Allison Wilkinson, quien ha trabajado con muchos de los menores y sus familias en La Puerta Abierta/The Open Door, caminó por los pasillos con sus cargos. Ella observaba mientras reían y hablaban animadamente, repitiendo sus voces en el pasillo cavernoso.
Dijo que le gustaba verlos concentrarse en ideas que no estaban directamente relacionadas con sus casos por un rato, a pesar de que admitió que nunca estaban lejos de sus pensamientos.
Ella compartió que dos de sus jóvenes clientes acababan de recibir buenas noticias.
“Estamos muy emocionados; sus tarjetas verdes han sido aprobadas”, sonrió. “Las recibirán de mi oficina el lunes”.
Mientras los jóvenes admiraban a la ballena azul femenina de tamaño natural de 21,000 libras de fibra de vidrio y 94 pies de largo en la Sala de la vida del océano, Calderón dijo que las maravillas de la ciudad eran motivo de celebración para todos.
“[Este museo] todavía me cautiva, incluso en la edad adulta”, observó. “Tenemos que compartir nuestras instituciones estadounidenses. Tenemos que hacerlo mejor. No podemos simplemente dar la espalda a estos niños, quienes en realidad son refugiados que huyen de la desesperación, la violencia y la pobreza. Es una obligación moral hacer algo. Simplemente no podemos darnos el lujo de alejarnos”.
Para más información sobre los programas de la Federación Hispana como ‘FIRM’, favor visite www.hispanicfederation.org o llame al (866) HF-AYUDA (866.432.9832).