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Sold on the sip, taken with the tannins
Vendido en sorbos

Sold on the sip, taken with the tannins

Story and photos by Adrian Cabreja


“Wine is a magical thing,” says Corcho Wine Room founder Benlly Polanco.
“Wine is a magical thing,” says Corcho Wine Room founder Benlly Polanco.

In 2010, when Benlly Polanco decided to open up Corcho Wine Room on the Dyckman strip, he was unsure of what would come of it.

For one, the idea of starting an establishment dedicated primarily to wine seemed a risk.

The fact that his new business would be, in fact, neatly tucked inside a strip more known for its liquor bottle service rather than for popping corks on fine vintage wine, was another concern.

“But it worked,” said Polanco. “The neighborhood reacted differently and decided that they wanted to try something new.”

Corcho, the Spanish word for cork, reflects what Polanco believes to be a change for uptown.

He first came up with the idea of opening up Corcho while working at his parents’ liquor and spirits store. As he waited on the clientele, he noted that the requests were changing. The store’s inventory soon reflected a larger selection of wine, which grew day by day to satisfy demand.

“I had to jump on the trend. I liked where it was going,” said Polanco. “Opening up a wine room was exciting.”

Located on 227 Dyckman Street, Corcho makes ample use of its intimate space. The small room is warmly lit, and is touched with earth-tone colors. The tables are set close to each other, encouraging easy interaction among the wine-lovers who frequent the space.

Corcho typically serves up to 45 different wines.
Corcho typically serves up to 45 different wines.

“It is almost always the case that people who come in here as complete strangers, after [just an] hour, are seen laughing and enjoying each other’s company,” reports Polanco.

At any point in time, Corcho serves up to 45 different wines, with an ever-changing stock that seeks to pique and maintain patrons’ interests. Polanco and his team want to help spark curiosity and expand the breadth of knowledge of novices and connoisseurs alike. To that end, regions that may not be readily associated with wine are featured prominently. While you can certainly expect your favorite Italian, French and Spanish varietals, there are glasses aplenty from South Africa, Israel and Germany as well.

Bob’s South African Chenin Blanc, for example, is currently being served. Hailing from the Western Cape region, the wine is a crisp and dry white that will satisfy your thirst while offering a hint of sweet honeysuckle and white peach.

It was opened in 2010.
It was opened in 2010.

Come a sultry summer evening, this will be a perfect glass to savor.

In addition to its deep cellars, Corcho serves an array of dishes that include charcuterie and cheese boards, tapas, salads and even a hearty parrillada board composed of grilled meats.

Staff is on hand to make helpful suggestions, and Corcho also offers frequent wine tasting and food pairing classes.

There are also regular Latin jazz and conga nights with live musicians, while work from local artists and artisans lines the walls.

It is all part of Corcho’s intoxicating allure: to draw you in for a mere sniff, a swirl, and a sip. You’ll stay for a bit – and then depart, begrudgingly, but enchanted.

“Wine is a magical thing,” explains Polanco. “It is the drink of the soul. It is something to get excited about.”

 

Corcho Wine Room
227 Dyckman Street
New York
, NY 10034
212.203.3371
www.corchowineroom.com

Vendido en sorbos

Historia y fotos por Adrian Cabreja


“Wine is a magical thing,” says Corcho Wine Room founder Benlly Polanco.
“El vino es algo mágico”, dice Benlly Polanco, fundador de ‘Corcho Wine Room’

En el 2010, cuando Benlly Polanco decidió abrir ‘Corcho Wine Room’ en la franja de Dyckman, no estaba seguro de lo que vendría de ello.

Por un lado, la idea de comenzar un negocio dedicado principalmente al vino parecía un riesgo.

El hecho de que su nuevo negocio estaría, de hecho, metido en la franja mejor conocida por su servicio de botellas de licor en lugar de descorchar corchos de vino añejado, era otra preocupación.

“Pero funcionó”, dijo Polanco. “El vecindario reaccionó diferente y decidió que deseaban tratar algo nuevo”.

Corcho, la palabra en español para ‘cork’, refleja lo que Polanco piensa ser un cambio para el Alto Manhattan.

Primero le vino la idea de abrir Corcho mientras trabajaba en la tienda de licores de sus padres. Mientras atendía a la clientela, se dio cuenta que las peticiones estaban cambiando. El inventario de la tienda pronto reflejó una amplia selección de vinos, la cual creció día a día para satisfacer la demanda.

“Tuve que saltar a la moda. Me gustó hacia donde se dirigía”, dijo Polanco. “El abrir un salón de vinos fue emocionante”.

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Trabajos de arte de artistas locales alinean las paredes.

Localizada en el 227 de la Calle Dyckman, Corcho hace amplio uso de su íntimo espacio. El pequeño salón está calidamente alumbrado, con colores tierra. Las mesas están colocadas una cerca de la otra, animando a la fácil interacción entre los amantes del vino que frecuentan el espacio.

“Casi siempre es el caso de personas que vienen aquí como completos extraños, luego de casi una hora, están riendo y disfrutando de la compañía de los demás”, reporta Polanco.

En cualquier momento, Corcho sirve hasta 45 diferentes vinos, con una reserva siempre cambiante que busca mantener el interés de los clientes. Polanco y su equipo quieren ayudar a despertar la curiosidad y ampliar el alcance de conocimiento de los principiantes y conocedores del vino por igual. Con ese fin, regiones que no pueden ser fácilmente asociadas con el vino ocupan un lugar destacado. Aunque usted puede ciertamente esperar sus variedades favoritas italianas, francesas y españolas, también hay abundantes copas de África del Sur, Israel y Alemania.

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El personal puede ayudar con sugerencias.

Por ejemplo, el Chenin Blanc de Sudáfrica, está siendo actualmente servido. Proveniente de la Región Occidental Cape, el vino es uno blanco fresco y seco que satisfacerla su sed mientras le ofrece un toque de madreselva dulce y melocotón blanco.

En una sofocante tarde de verano, este seria uno perfecto para saborear.
Además de sus profundas bodegas, Corcho sirve una variedad de platos que incluye embutidos y quesos, tapas, ensaladas y hasta una parrillada compuesta de carnes a la parrilla.

El personal está disponible para hacer sugerencias y Corcho también ofrece frecuentes catas de vinos y clases de cocina.

También hay noches regulares de Latin Jazz y conga con músicos en vivo, mientras trabajos de artistas y artesanos locales alinean las paredes.
Todo es parte del embriagador encanto de Corcho: atraerle con un simple olfateo, un torbellino y un sorbo. Se queda por un rato – y luego sale, a regañadientes, pero encantado.

“El vino es algo mágico”, explica Polanco. “Es el trago del alma. Es algo para emocionarse”.

Corcho Wine Room
227 Calle Dyckman
New York, NY 10034
212.203.3371
www.corchowineroom.com

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