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Remembering
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Remembering

By Kathleen M. Pike, PhD

At 10:00 a.m. on April 17, 2023, across Israel, a siren wailed for two minutes as it does each year on Yom HaShoah, Holocaust Remembrance Day – two minutes out of the day set aside to remember the approximately six million Jews murdered in the Holocaust.

Without remembering, we have no history, writes the author.

When it starts, the entire country stops. People stand still. Conversation ceases. Trains and buses come to a halt. Cars are put in park, even on the highway. The only thing to do is to remember. 

 

 

Saint Augustine as painted by Philippe de Champaigne, between c. 1645 and c. 1650; the painting is at the Los Angeles County Museum of Art.

Remembering is present tense. In his most famous work, Confessions, fourth-century philosopher and theologian Augustine said, “There are three times: a time present of things past; a time present of things present; and a time present of things future…The time present of things past is memory; the time present of things present is direct experience; the time present of things future is expectation or hope.” In other words, memories do not exist in the past but rather in the present activity of remembering. This truth was captured in an interview with Holocaust survivor and Nobel laureate Elie Wiesel. Responding to the interviewer’s comment, “You seem to live in the past.” Weisel replied, “I don’t live in the past. But what can I do? — the past lives in me.”

 

Every year, the two-minute siren rings out on Holocaust Remembrance Day.

Remembering creates meaning. Everyone appreciates a good story. Indeed, storytelling is universal to the human condition. Stories help us remember and transform what we experience firsthand into narratives so that we can make sense of our experience and communicate it to others. The cognitive neuroscience of memory is complex and still largely mysterious, but we know that autobiographical memory is central to the development of a sense of self. Remembering is the process by which we can use our past (memory) to understand our present and imagine our future.

 

Stonehenge is a prehistoric monument on Salisbury Plain in England.

Without remembering, we have no history. This is true for individuals and societies. For individuals, losing our capacity to remember is the hallmark feature of dementia and extreme trauma. Lack of memory makes it impossible for our brains to retain the information necessary to learn a new skill or understand the world around us. The same is true for human civilization. Around the world, sites like Stonehenge in modern-day England and Çatalhöyük in south central Turkey lack the remembering required to inform history. And without the capacity to remember, like individuals, societies cannot learn or evolve.

 

“The past lives in me,” said Holocaust survivor and Nobel laureate Elie Wiesel.
Photo: Nobel Foundation Archive

Remembering is linked to mental illness. Across a wide range of common mental disorders, the act of remembering can be painful, and troubling memories are common. Recalling traumatic experiences, for example, can increase the risk of symptoms of depression, anxiety, and Post-Traumatic Stress. People with depression may be biased to recall negative memories, leading to increased rumination about negative experiences that may in turn contribute to depressed mood. Intrusive memories are common symptoms across a range of anxiety disorders. In the case of PTSD, for example, people re-experience unwanted memories in the form of flashbacks, nightmares, and intrusive recollections of the traumatic experience. Remembering also plays a central role in substance use disorders in forming addictive habits.

 

Çatalhöyük is a Neolithic mound in south central Turkey.

Remembering is linked to mental health. In the same way that remembering can be negatively associated with our mental health, it is associated with myriad positive impacts. As described above, remembering is foundational to our psychological development of self. As a strategy to enhance one’s overall outlook and mood, intentional remembering of positive experiences has garnered the attention of neuroscientists and the general public alike. Although such strategies do not appear to help people with clinical depression, research suggests that retrieving happy memories improves mood for people without a history of depression. And constructive use of storytelling supports memory in ways that serve to enhance listening skills, imagination, positive emotions, and optimism.

The two-minute siren of Holocaust Remembrance Day is a piercing reminder of the duty, challenge, gift, and inescapable complexity of remembering.

Recordar

Por Kathleen M. Pike, PhD

El mes pasado, en todo Israel sonó una sirena durante dos minutos, como cada año en Yom HaShoah, el Día de Conmemoración del Holocausto: son dos minutos del día 17 de abril, reservados para recordar a los aproximadamente seis millones de judíos asesinados en el Holocausto.

Sin memoria, no tenemos historia, escribe el autor.

Cuando comienza, todo el país se detiene. La gente se detiene. Cesan las conversaciones. Los trenes y autobuses se detienen. Los coches se estacionan, incluso en la autopista. Lo único que hay que hacer es recordar. 

 

San Agustín pintado por Philippe de Champaigne entre 1645 y 1650; el cuadro se encuentra en el Museo de Arte del condado de Los Ángeles.

Recordar es tiempo presente. En su obra más famosa, Confessions, El filósofo y teólogo del siglo IV Agustín dijo: “Hay tres tiempos: un tiempo presente de las cosas pasadas; un tiempo presente de las cosas presentes; y un tiempo presente de las cosas futuras… El tiempo presente de las cosas pasadas es la memoria, el tiempo presente de las cosas presentes es la experiencia directa, el tiempo presente de las cosas futuras es la expectativa o la esperanza”. En otras palabras, los recuerdos no existen en el pasado, sino en la actividad presente de recordar. Esta verdad quedó plasmada en una entrevista con Elie Wiesel, sobreviviente del Holocausto y premio Nobel. Respondiendo al comentario del entrevistador: “Usted parece vivir en el pasado”. Weisel respondió: “No vivo en el pasado, pero, ¿qué puedo hacer? el pasado vive en mí”.

 

Cada año, la sirena de dos minutos suena el Día de Conmemoración del Holocausto.

Recordar crea sentido. Todo el mundo aprecia una buena historia. De hecho, contar historias es universal a la condición humana. Las historias nos ayudan a recordar y a transformar en relatos lo que experimentamos de primera mano, de modo que podamos dar sentido a nuestra experiencia y comunicársela a los demás. La neurociencia cognitiva de la memoria es compleja y en gran medida misteriosa, pero sabemos que la memoria autobiográfica es fundamental para el desarrollo del sentido del yo. Recordar es el proceso mediante el cual podemos utilizar nuestro pasado (memoria) para comprender nuestro presente e imaginar nuestro futuro.

 

Stonehenge es un monumento prehistórico situado en la llanura de Salisbury (Inglaterra).

Sin memoria, no tenemos historia. Esto es cierto tanto para los individuos como para las sociedades. En el caso de los individuos, la pérdida de nuestra capacidad de recordar es la característica distintiva de la demencia y de los traumas extremos. La falta de memoria hace imposible que nuestro cerebro retenga la información necesaria para aprender una nueva habilidad o entender el mundo que nos rodea. Lo mismo ocurre con la civilización humana. En todo el mundo, yacimientos como Stonehenge, en la actual Inglaterra, y Çatalhöyük, en el centro-sur de Turquía, carecen de la memoria necesaria para hacer historia. Y sin la capacidad de recordar, al igual que los individuos, las sociedades no pueden aprender ni evolucionar.

 

“El pasado vive en mí”, dijo Elie Wiesel, sobreviviente del Holocausto y premio Nobel.
Foto: Archivo de la Fundación Nobel

Los recuerdos están relacionados con las enfermedades mentales. En una amplia gama de trastornos mentales comunes, el acto de recordar puede ser doloroso, y los recuerdos problemáticos son frecuentes. Recordar experiencias traumáticas, por ejemplo, puede aumentar el riesgo de síntomas de depresión, ansiedad y estrés postraumático. Las personas con depresión pueden estar predispuestas a rememorar recuerdos negativos, lo que conduce a un aumento de cavilaciones sobre experiencias negativas que, a su vez, pueden contribuir al estado de ánimo depresivo. Los recuerdos intrusivos son síntomas comunes a toda una serie de trastornos de ansiedad. En el caso del TEPT, por ejemplo, las personas vuelven a experimentar recuerdos no deseados en forma de flashbacks, pesadillas y recuerdos intrusivos de la experiencia traumática. El recuerdo también desempeña un papel fundamental en los trastornos por consumo de sustancias en la formación de hábitos adictivos.

 

Çatalhöyük es un montículo neolítico situado en el centro-sur de Turquía.

Recordar está relacionado con la salud mental. De la misma manera que recordar puede estar relacionado negativamente con nuestra salud mental, también está asociado a innumerables efectos positivos. Como se ha descrito anteriormente, recordar es fundamental para el desarrollo psicológico de uno mismo. Como estrategia para mejorar la perspectiva general y el estado de ánimo, el recuerdo intencionado de experiencias positivas ha captado la atención tanto de los neurocientíficos como del público en general. Aunque tales estrategias no parecen ayudar a las personas con depresión clínica, las investigaciones sugieren que recuperar recuerdos felices mejora el estado de ánimo de las personas sin antecedentes de depresión. Y el uso constructivo de la narración de historias favorece la memoria de forma que mejora la capacidad de escucha, la imaginación, las emociones positivas y el optimismo.

 La sirena de dos minutos del Día de Conmemoración del Holocausto es un punzante recordatorio del deber, el reto, el don y la ineludible complejidad de recordar.

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