“I just wanted to dance”
“Sólo quería bailar”

“I just wanted to dance”
40 years of exploration and expression
Story and photos by Francis Rodríguez

As a child growing up in the Dominican Republic, Ricardo Ureña unsuccessfully tried to hide his passion for dancing from his father.
But the family patriarch could not help but notice; his son’s devotion was irrepressible.
The artist recalled that he fell hard for dance when, as a seventh grader, he was chosen among other, older students to participate in the opening and closing dancing gala of the XII Central American and Caribbean Games.
“After the games, I just wanted to dance,” he recalled. “I loved it. At the age of 11, I decided to join the classes of Professor Divina Estrella and later on, the classes of my mentor René Carrasco.”
He could not stop.
“By the age of 18,” he noted, “I was already working for the government as director of the dance group in my neighborhood.”
Still, there was concern that there was no viable future in the art, and that he would not be able to make a living.
His father also warned Ureña that “a real man” would never pursue such a “hobby” full-time – and then there were the neighbors and their chatter, el qué dirán, to consider.

In response, Ureña turned to sports to burn off his boundless energy.
He went on to college and earned a bachelor’s degree in history and anthropology; he later moved to New York in 1988.
But nothing could keep his first love far.
Ureña, together with many collaborators, has founded, organized and led a number of important dance groups, including Batecam (which stands for Baile, Teatro, Canto y Música), El Grupo Batey and Alianza
Dominicana’s first formal performing arts groups.
He has served as a Professor of Dance at the Park Theatre in New Jersey, and currently, together with fellow artist Genaro Ozuna, he has continued to work on and present “Gaga P’al Pueblo,” a community-based, immersive Afro-Caribbean dance experience.
He says he is even considering writing a book about Dominican culture in New York.

And now, forty years of a life steeped in the art of folkloric dance and culture are being celebrated by fellow artists, community leaders and even the Dominican Commission of Culture in the United States.
This past Sat., Jul. 12th, the Commission hosted an evening of recognition and reminiscing on a long trajectory exploring and expressing the traditional and folkloric rhythms of the Dominican Republic.
“This is one of the happiest moments of my life,” said Ureña. “I’m so glad to be here celebrating my career. I am happy to be surrounded by so many people that have seen me working hard, and leaving my soul in each show.”
In his remarks, the performer also made certain to pay homage to his mentors.
“I treasure all the people that guided me and inspired me, like my dearest teacher René Carrasco and Normandía Maldonado, who were pioneers in New York.”

And there was, of course, dancing.
Ureña himself took to the stage to lead in a wide range of dances including merengue, mangulina, palos and carabiné.
He was joined by his own pupils from the group Padre Billini, singer Manny Kassu, and the Legacy Women, an all-women’s musical group.
Among the many recognitions he received on Saturday was an honorary proclamation on behalf of the New York City Public Advocate Letitia “Tish” James, which was presented by Laura Acosta, the office’s Director of Scheduling and a Washington Heights resident.
“I humbly receive this proclamation,” said an emotional Ureña. “Like my father predicted, this is not a career of money, it is a career of passion and dedication.”
“I don’t have any money,” he continued. “But I can’t ask for more. I have a beautiful family, my wife by my side and this great group of friends.”
As he spoke, he made reference to a coincidence he said was ironic.
“[When we first set the date for the celebration], it was only later on that I realized that today is also the anniversary of my father’s death in 1990,” he said. “This is a very special day.”
“Sólo quería bailar”
40 anos de exploración y expresión
Historia y fotos por Francis Rodríguez

Siendo un niño creciendo en la República Dominicana, Ricardo Ureña, trató, sin éxito, de ocultar de su padre su pasión por el baile.
Sin embargo, el patriarca de la familia no pudo evitar darse cuenta; la devoción de su hijo era incontenible.
El artista recordó que se enamoró de la danza, cuando, siendo estudiante de séptimo grado, fue elegido entre los demás estudiantes mayores para participar en la apertura y clausura del baile de gala de los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe.
“Después de los juegos, sólo quería bailar”, recordó. “Me encantó. A los 11 años, decidí unirme a las clases de la profesora Divina Estrella y, más tarde, a las clases de mi mentor, René Carrasco”.
No podía detenerme.
“A los 18 años”, señaló, “yo ya estaba trabajando para el gobierno como director del grupo de danza de mi barrio”.
Sin embargo, existía la preocupación de que no habría un futuro viable en el arte, y que no sería capaz de ganarse la vida.
Su padre también advirtió a Ureña que “un hombre de verdad” nunca seguiría una “afición” como tal a tiempo completo, y también había que considerar a los vecinos, su parloteo y el qué dirán.

En respuesta, Ureña volteó al deporte para quemar su energía sin límites.
Fue a la universidad y obtuvo un título de licenciatura en historia y antropología; en 1988 se mudó a Nueva York.
Pero nada parecía podía mantener lejos a su primer amor.
Ureña, junto con muchos colaboradores, ha fundado, organizado y dirigido a varios grupos importantes de baile, incluyendo Batecam (que significa Baile, Teatro, Canto y Música), el Grupo Batey y los primeros grupos formales de artes escénicas de Alianza Dominicana.
Se ha desempeñado como profesor de danza en el Teatro Park en Nueva Jersey, y actualmente, junto con su compañero artista Genaro Ozuna, ha seguido trabajando, y presenta “Gaga P’al Pueblo”, una experiencia de baile afro-caribeño basada en la comunidad.
Dice que está considerando escribir un libro sobre la cultura dominicana en Nueva York.
Y ahora, cuarenta años de una vida inmersa en el arte de la danza y la cultura folclórica está siendo celebrada por colegas artistas, líderes comunitarios e incluso el Comisionado de Cultura Dominicana en los Estados Unidos.

El pasado sábado 12 de julio, el Comisionado organizó una noche de reconocimiento y evocación de su larga trayectoria explorando y expresando los ritmos afro-caribeños, tradicionales y folclóricos, de la República Dominicana.
“Este es uno de los momentos más felices de mi vida”, dijo Ureña. “Estoy muy contento de estar aquí celebrando mi carrera. Estoy feliz de estar rodeado de tantas personas que me han visto trabajar duro, y dejar mi alma en cada espectáculo”.
En su discurso, el artista también se aseguró de rendir homenaje a sus mentores.
“Valoro a todas las personas que me guiaron y me inspiraron, como mi maestro más querido, René Carrasco, y a Normandía Maldonado, quienes fueron pioneros en Nueva York”.
Y ahí estaba, por supuesto, el baile.
El propio Ureña subió al escenario para dirigir una amplia gama de bailes, incluyendo merengue, mangulina, palos y carabine.
Se le unieron sus propios alumnos del grupo Padre Billini, el cantante Manny Kassu, y Legacy Women, un grupo musical sólo de mujeres.

Entre los muchos reconocimientos que recibió el sábado hubo una proclamación de honor en nombre de la defensora pública de la ciudad de Nueva York, Letitia James, que fue presentada por Laura Acosta, directora de la Oficina de Programación y residente de Washington Heights.
“Humildemente recibo esta proclama”, dijo un Ureña emocionado. “Al igual que mi padre predijo, esta no es una carrera de dinero, se trata de una carrera de pasión y dedicación”.
“No tengo dinero”, continuó. “Pero no puedo pedir más. Tengo una hermosa familia, a mi esposa a mi lado y este gran grupo de amigos”.
Mientras hablaba, hizo referencia a una coincidencia que, dijo, era irónica.
“[La primera vez que fijamos la fecha para la celebración], no fue hasta más tarde que me di cuenta de que hoy es también el aniversario de la muerte de mi padre en 1990”, dijo. “Este es un día muy especial”.