LocalNews

El Barbero del Alto

El Barbero del Alto

Story and photos by Mónica Barnkow


Open for business.
Open for business.

A steady stream of heads in need is making its way onto Henshaw Street, just off Dyckman.

Some make demands. A few have questions.

Others barely say a word as they breeze in and find a seat.

But all have signed up, ready to give over their locks – or fuzz – over to a man and his team known for their signature buzz cuts, trims, and Caesar haircuts at The Barber Shop.

Moreover, stylists such as Silvia stand ready to blow-dry, roller-curl and pin curl the longest and thickest hair of all comers.

Owned by long-time uptown entrepreneur George García, The Barber Shop has existed in various iterations since 1999.

“I love being uptown,” says barber and entrepreneur George García.
“I love being uptown,” says barber and entrepreneur George García.

García’s first shop was on West 181st Street and Fort Washington Avenue; he later moved it to Academy Street and Broadway.

But earlier this year, with a looming rent increase and in need of more space, García scouted about for a new location. No matter where he landed, he knew he would keep it local.

“I love being uptown,” he explained. “This is home.”

The profession runs deep in the family. His childhood fascination with haircutting led him to watch local professional barbers for hours as they wielded their scissors, clippers, and razors, and García’s own grandfather was a barber in Santo Domingo.

“I always wanted to be a barber,” he said.

His first real opportunity to ply the trade came at fourteen. He convinced his older brother that he had already taken a haircutting course.

The ruse didn’t go quite as expected.

“The cut was a disaster,” he laughed. “A massacre.”

After studying Business Administration at Hostos Community College, García decided to make good on his earlier claims, and he completed an 18-month course at the American Barber Institute in Manhattan.

The Barber Shop has recently re-opened on Henshaw Street.
The Barber Shop has recently re-opened on Henshaw Street.

Fifteen years later, he’s never looked back.

Although there are numerous barber shops and salons in Northern Manhattan, each seems to boast its own fiercely loyal clientele. It is common for clients to develop close relationships with their barbers that can last for years, sometimes through generations. Barbers and stylists might tend to one client through adolescence and beyond, or life events such as birthdays, illnesses, marriages and anniversaries.

Once a kinship is established, it might seem unimaginable to have any one else near your hair.

“People, especially men, like to have their personal barber,” said García. He too has a roster of clients from his first days behind the chair. Most are men, but he also cares for the hair of women who appreciate his attention to detail.

Ina Martínez travels from New Jersey every two weeks.

“I recently went through chemotherapy,” she explained. “I lost all of my hair and it started to grow back.”

García has been cutting her husband’s hair for many years. It was his suggestion that she pay “Georgie” a visit. Now she comes in every two weeks.

Stylist Silvia tends to tresses.
Stylist Silvia tends to tresses.

“I wanted something stylish and professional at the same time.”

So enamored is Martinez with her new style, thanks to García, that she is not looking to let her hair grow long any time soon.

“I’ll keep it short, as long as he can be my stylist,” she said.

Barber José Luis has been working at The Barber Shop for 12 years. He attributes part of the shop’s success to the avid attention many of the clientele pay to personal appearance.

“We Dominicans always worry about aesthetics,” he smiled. “We want to look good.”

Assistant Eridania Álvarez helps with coloring, washing and cleaning, and has clocked in 7 years with the team.

She said she was grateful to work in a trade she literally stumbled into.

Tools at the ready.
Tools at the ready.

“I came from Santo Domingo and was looking for work, knocking door to door,” she recalled. “They gave me the opportunity.”

And she knows that the shop’s clients come in as much for maintenance as they do to get away from it all – even if just for a little bit.

“Going to the salon is a way to relax and fight stress,” said Álvarez.

García said the new space allowed for just that.

In addition to high-wattage dryers, the sharpest razors and deep conditioning treatments, the new two-story shop also boasts sleek black wood furnishings and flat-screen televisions.

“The new location allows for us to grow as a business, and also to offer more to the neighborhood,” said García. “We are here to stay.”

One special client is particularly pleased.

His older brother, explained Garcia, continues to be afforded free haircuts. Any time.

The Barber Shop
8 Henshaw Street
New York, NY 10034
212.942.1008

El Barbero del Alto

Historia y fotos por Mónica Barnkow


"Queremos lucir bien", dice el peluquero José Luis.
“Queremos lucir bien”, dice el peluquero José Luis.

Un flujo constante de cabezas en necesidad está haciendo su camino por la calle Henshaw, junto a Dyckman.

Algunos hacen demandas. Algunos tienen preguntas.

Otros apenas dicen una palabra mientras llegan despreocupadamente y encuentran un asiento.

Pero todos han aparecido dispuestos a dejar sus mechones -o vellos- en manos de un hombre y de su equipo, conocidos por sus cortes de cabello característicos, de moda y estilo César, en The Barber Shop.

Por otra parte, los estilistas como Silvia están listos para secar y rizar con rolos y horquillas el pelo más largo y grueso de todos los interesados.

Propiedad del empresario de mucho tiempo del norte del condado George García, The Barber Shop ha existido en varias iteraciones desde 1999.

La primera tienda de García estaba en la calle 181 oeste y la avenida Fort Washington; posteriormente se trasladó a la calle Academy y Broadway.

Pero a principios de este año, con un inminente aumento del alquiler y la necesidad de mayor espacio, García exploró una nueva ubicación. No importaba donde aterrizara, él sabía que iba a mantenerlo local.

Ina Martínez viaja desde New Jersey cada dos semanas.
Ina Martínez viaja desde New Jersey cada dos semanas.

“Me encanta estar en el norte del condado”, explicó. “Este es mi hogar”.

La profesión está muy arraigada en la familia. Su fascinación infantil con peluquería lo llevó a ver por horas a peluqueros profesionales locales mientras manejaban sus tijeras, máquinas y navajas de afeitar, y el propio abuelo de García fue peluquero en Santo Domingo.

“Yo siempre quise ser peluquero”, dijo.

Su primera oportunidad real de ejercer el negocio llegó a los catorce años. Convenció a su hermano mayor que había tomado un curso de corte de cabello.

El ardid no salió según lo planeado.

“El corte fue un desastre”, se rió. “Una masacre”.

Después de estudiar Administración de Negocios en el Hostos Community College, García decidió hacer valer sus reclamaciones anteriores y completó un curso de 18 meses en el Instituto American Barber en Manhattan.

Quince años después, nunca ha mirado hacia atrás.

Muchos de los clientes son habituales.
Muchos de los clientes son habituales.

Aunque hay numerosas peluquerías y salones en el norte de Manhattan, cada uno parece alardear de sus propios clientes ferozmente leales. Es común que los clientes desarrollen relaciones estrechas con sus peluqueros que pueden durar por años, a veces a través de generaciones. Peluqueros y estilistas podrían atender a un cliente durante la adolescencia y más allá, o eventos de vida tales como cumpleaños, enfermedades, matrimonios y aniversarios.

Una vez establecido un parentesco, podría parecer inimaginable tener a cualquier otra persona cerca del cabello.

“A la gente, especialmente los hombres, les gusta tener un peluquero personal”, dijo García. Él también tiene una lista de clientes desde sus primeros días detrás de la silla. La mayoría son hombres, pero también se preocupa por el pelo de las mujeres, quienes aprecian su atención al detalle.

"Es una forma de relajarse", dijo la asistente Eridania Álvarez.
“Es una forma de relajarse”, dijo la asistente Eridania Álvarez.

Ina Martínez viaja desde New Jersey cada dos semanas.

“Hace poco pasé por quimioterapia”, explicó. “Perdí todo mi cabello y comenzó a crecer de nuevo”.

García ha cortado el pelo de su marido desde hace muchos años. Fue su idea que visitara a “Georgie”. Ahora viene cada dos semanas.

“Quería algo elegante y profesional al mismo tiempo”.

Tan enamorada está Martínez con su nuevo estilo, gracias a García, que no busca dejar crecer su cabello en el corto plazo.

“Lo mantendré corto, siempre y cuando él puede ser mi estilista”, explicó.

El peluquero José Luis ha estado trabajando en The Barber Shop por 12 años, atribuye parte del éxito del lugar a la ávida atención que muchos de los clientes prestan a la apariencia personal.

“Nosotros los dominicanos siempre nos preocupamos por la estética”, sonrió. “Queremos lucir bien”.

La asistente Eridania Álvarez ayuda con el colorante, el lavado y la limpieza, y ha sincronizado por 7 años con el equipo.

Dijo que estaba agradecida de trabajar en un oficio con el que literalmente tropezó.

García trabajando.
García trabajando.

“Llegué de Santo Domingo y estaba buscando trabajo, tocando de puerta en puerta”, recordó. “Aquí me dieron una oportunidad”.

Y sabe que los clientes de la tienda vienen tanto para el mantenimiento, como lo hacen para escapar de todo; aunque sólo sea por un rato.

“El ir a la peluquería es una forma de relajarse y combatir el estrés”, señaló Álvarez.

García dijo que el nuevo espacio permitió precisamente eso.

Además de las secadoras de alto voltaje, las maquinillas de afeitar más agudas y los tratamientos de acondicionamiento profundo, la nueva tienda de dos pisos también cuenta con muebles negros y lisos de madera y televisores de pantalla plana.

“La nueva ubicación permite que crezcamos como negocio, y también nos deja ofrecer más al barrio”, dijo García. “Estamos aquí para quedarnos”.

Un cliente especial está particularmente satisfecho.

Su hermano mayor, explicó García, continúa recibiendo cortes de pelo gratuitos. En cualquier momento.

The Barber Shop
Número 8 de la calle Henshaw
Nueva York, NY 10034
212.942.1008

Related Articles

Back to top button

Adblock Detected

Please consider supporting us by disabling your ad blocker